martes, 1 de mayo de 2012

“Sólo quiero compartir mi vida con las demás personas”

Randall Serrano y Nathalia Esquivel

  • La doñita que baila en los conciertos de la UCR dijo que no esperaba ser parte de una red social, hasta que le dedicaron la página en Facebook
Cada gesto que su cuerpo realiza, se acompaña de los sonidos de las pulseras con cascabeles, que mueve con la misma energía como si estuviera en un escenario bailando. Kati Winnegard, o  La doñita que baila en los conciertos de la UCR, tiene 24 años de vivir en Costa Rica y 71 de “habitar este planeta”, aunque ella asegura que se siente como si tuviera cinco años.

De camino. Todo estaba planeado para que fuera una entrevista cerca del parqueo de Educación de la UCR el jueves de Semana U. Sin embargo, luego de un saludo nos invita a montarnos en su carro. Un poco escépticos nos acercamos al Hyundai Galloper verde, donde un joven escucha atento los conciertos. Él es William Leprohon, un amigo de doña Kati, que la acompaña solo por esta semana.
           
Al parecer, la entrevista será en el Hostel donde doña Kati vive actualmente, en los Yoses. Pero al salir de la UCR, se enrumba hacia Guadalupe. Esperamos un poco asustados en el asiento trasero alguna señal para saber hacia dónde nos dirigíamos, pero lo único que escuchamos decir de doña Kati es “lo primero que aprendí cuando llegué a Costa Rica, es que para manejar aquí hay que ser agresivo”. Minutos después, descubrimos que nos dirigíamos al taller mecánico, una rótula del carro estaba rota. Pero no parecía no ser tan preocupante la situación para Kati, pronto se dirigió hacia los Yoses.
           
Al llegar al Hostel entramos un un salón donde se veía el bosque tropical húmedo de fondo, era un mural, una mesa que tenía dibujado un tablero de Scrabble y una pizarra para aprender expresiones en español. Kati ha conversado en inglés durante esta media hora, "si es en español, hableme despacio", exclama. Una vez sentados en unas bancas, doña Kati comienza a contar su historia.

Bailando en Costa Rica. “Hace unos tres años me empecé a preguntar por qué estaba aún en Costa Rica, el Tobogán  (antiguo salón de baile) fue la verdadera razón por la que vine a San José (...) Hace tres años estaba lista para irme y me preguntaba ¿Dónde puedo ir y que la gente baile conmigo? ¿Dónde la gente puede celebrar la vida conmigo bailando? yo no tenía eso aquí, ¡yo amo mostrar amor! Y lo hago bailando,  (…) las personas de tu edad están listas para vivir por sí solas pero el mundo las hace encasillarse, la gente no necesita calzar en ningún molde. Yo no los veo a ustedes, me veo a mí, veo mi proyección, ni buena ni mala”

Un concierto con Cocofunka en Semana U hace tres años marcó el nacimiento de “La doñita”, como le dice Kati cariñosamente a su alter ego, y le ayudó a salir de la depresión. Verla bailando al ritmo Funky de este grupo demuestra la conexión entre Kati y el grupo, cada vez que terminan una presentación Kati y Javier (cantante del grupo) se funden en un abrazo que parece que une hasta sus almas.

Aquí y ahora. La primera vez que escuchó de este pedacito de tierra fue en Jamaica, país en el que vivió dos veces, la primera en la ciudad y la segunda junto a unos rastafaris en la montaña. ¿Por qué doña Kati decidió venir a Costa Rica? Nos sorprendemos al escuchar que ella no lo decidió. Un amigo la invitó a venir a este país, conocieron varios lugares pero al llegar a Montezuma, Kati quedó enamorada al punto de devolverle el dinero a su amigo y quedarse.  “Right here, right now” es su filosofía de vida.

Se levanta un momento de la mesa, va a saludar a otros huéspedes del Hostel y cuando regresa toma aliento y dice la frase que titula este artículo “I just wanna share my life with people” con el fin de ayudar a las personas a seguir el camino del corazón, y no el del temor, de la separación ni de la negatividad.
Doña Kati no sale a bailar sin sus pulseras

“Eso es lo que yo llamo Pura Vibra, somos sólo moléculas vibrando (…) por eso cuando me preguntan que de dónde soy les digo de aquí y ahora. Y no es por sonar inteligente, es porque es lo único que tenemos”. Unos acordes de guitarra comienzan a sonar al cuarto de al lado, se escuchan las personas cantando I’m Yours de Jason Mraz, y Kati logra calzar con la melodía la frase “I are you and you are me, and we are we and we are all toghether” (yo soy vos, vos sos yo, nosotros somos nosotros y nosotros somos todos juntos).

Uno de nosotros le menciona “Entonces, estás diciendo que no…” e interrumpe inmediatamente casi en tono de regaño,  las oraciones que inician con un “no”,  predisponen a que las situaciones sean negativas. Y agrega que en vez de“human beings” (seres humanos), somos “humans being” (humanos siendo), porque sólo este momento nos pertenece.

Hasta luego. Hay una fiesta de despedida una huésped del Hostel, por lo que Kati  va a ayudar en la cocina y nos deja solos un rato,  hablamos con William, quien nos había acompañado durante toda la conversación. La guitarra que suena hace cerca de una hora en la sala de al lado hace un breve silencio y seguidamente empiezan a sonar unos acordes que no eran conocidos para muchos, hasta que el músico empieza a cantar… “Baby, baby, baby, ohhh…”  los presentes hacemos caras de extrañados y reímos un poco.

Kati regresa y nos invita a la fiesta, pero es hora de que nosotros nos vayamos, nos dan a probar unas bolas de carne alemanas, que aceptamos un poco apenados, y nos despedimos de nuestros acompañantes. Nos retiramos con la promesa de ver a Kati en los próximos conciertos, moviendo sus manos y sus colochos dorados al ritmo de la música que hace vibrar su alma y su cuerpo.