- Servicio se dará mañana de 1 pm a 4 pm y los días martes y miércoles de 8 am a 4 pm.
- Las retribuciones son voluntarias. Para llevarse la información impresa se cobran ₡300 por un apellido y ₡500 por ambos.
Eber Víquez / eber.viquez@gmail.com
“Es una
semana muy importante para que ustedes tomen conciencia de lo que fue la lucha
de Alcoa”, recuerda escuchar Roger Castañeda de la profe de Generales, en
aquella Semana Universitaria cuando apenas transcurría su primer año.
Seis celebraciones después y
durante todas ellas, estaría sentado frente a una compu en la entrada principal
de Sociales, presionado por una fila de estudiantes que esperaban la certeza
del rótulo promocional: “Conozca el
origen de su apellido y su nombre”.
La presencia de Roger no era en vano, pues a diferencia de actividades como Semana de Bienvenida donde asesoran en promedio a 15
estudiantes diarios, en Semana U eran alrededor de 50.
Él es estudiante de la UCR y miembro
activo de los talleres de prevención
contra el abuso infantil en escuelas y colegios para Fundación Sarepta Banco Alimentos, su labor voluntaria
constituye uno de los ejes de acción de la entidad privada. Además de la
asistencia genealógica, la fundación se financia organizando ferias micro
empresariales en conjunto con las municipalidades, a través de CR Solidaria.
El
estudio genealógico de Sarepta (nombre de una ciudad bíblica) inició desde hace seis años a raíz del pasatiempo que
tenía don Carlos Segura, jefe del equipo investigador, que comenzó con mil
apellidos y ahora tiene cinco mil (3200
españoles, 900 italianos y el resto está compuesto de ingleses, franceses,
alemanes, portugueses, rusos, croatas, polacos, pocos asiáticos y en menor medida
autóctonos).
Debido a su trabajo pasado en
la Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas, Segura se contagió de ese
amor por la historia de los genes y decidió emprender un acercamiento al pasado
de manera independiente. Fue entonces cuando se reunió con sus dos hijos y
Castañeda para darle crecimiento a la
base de datos. Pronto empezaron a atender consultas.
“Es
un fin de cultura y de promover el interés de que las personas se preocupen por
sus orígenes”.
Incluso la fundación brinda la información necesaria para armar el álbum
genealógico. “He encontrado gente que empieza por una pregunta breve pero
después ya se interesa mucho”.
Montserrat Montero, estudiante
de Antropología, define la experiencia como
“entretenimiento con sentido informativo” mientras que a Keylin Guzmán, de
Ingeniería Agrícola, nos contó: “es una actividad totalmente distinta a lo que
he visto”.
“De
cómo se buscan los apellidos”.
La oficina de la fundación
benéfica está llena de libros:
Nobiliario español, de Julio de Atienza; Inmigración italiana en Costa Rica, de
Rita Bariatti; Arboreal costarricense, de Norberto Bertozzi y estudios sobre la temática de Cleto González Víquez.
Ciertos
registros mantienen relación con la Iglesia Católica como Genealogías de Cartago, de monseñor Sanabria; Familias alajuelenses
en los libros parroquiales, de Rafael obregón; y sobre todo los pergaminos del
período colonial de dicha Iglesia, almacenados en la Curia Metropolitana
en San José.
La búsqueda se da por esas
primeras fuentes pero si aun no dan con el apellido, revisan fuentes de
Internet confiables por medio de la Academia Costarricense de Ciencias
Genealógicas, que los vincula con el conocimiento de universidades europeas
y estadounidenses.
Si ninguna contiene
información suficiente, acuden al resto de sitios
web y una vez que la han encontrado, verifican la certeza de esta a partir de
una comparación entre su base de datos y
la que contiene el resultado. Finalmente, adoptan la nueva información si al menos 30
de los apellidos comparados al azar coinciden con los registrados.
Al ofrecer los
datos comprobados mediante este tipo de investigaciones, Roger ve una ventaja que distingue
a Sarepta de las demás entidades genealógicas: “Se ahorra un monto exorbitante (…) como algunas genealogía que llegan a costar millón y
medio de colones”.
Particularidades
costarricenses de los apellidos
Los apellidos más comunes son los patronímicos (terminados en “ez”), luego predominan García, Rojas, Vargas y Brenes (este sólo se presenta en nuestro país).
“Un registro de apellidos indígenas, propios, no hay”, afirma Roger justo antes de destacar las
excepciones en apellidos chorotegas: Canda, Potosme, Ñamendi, Tola, Ñurinda,
Ñoringue; provenientes del sur de Nicaragua. Algunos proceden también de Perú, Ecuador y Bolivia.
“Las personas deben de tener un poquito de conciencia sobre sus orígenes (…) eso se debe
trasladar a las instituciones”, reflexiona en conclusión Castañeda. “Es lamentable que yo me encuentre estudiantes de primer año que no saben cómo se llama esta plaza ni por qué se celebra la Semana Universitaria”.
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