Sofía Espinal /
sof.ep.93@gmail.com
Al pasar por el pretil, los
pasillos e incluso las aulas de la Universidad de Costa Rica (UCR) los
estudiantes pueden encontrarse a un alegre vendedor ambulante conocido por su
carisma, sus famosas cajetas de coco y leche condensada y sus turrones de maní.
“El señor de las cajetas”,
como es llamado por los estudiantes, se ha convertido en un famoso personaje y
ha llegado a formar parte de la idiosincracia de la universidad; sin embargo,
muy pocos conocen su historia.
A los 55 años de edad, Sergio
Solera Murillo viaja casi a diario desde Tres Ríos de Cartago hasta la UCR para
tratar de vender sus productos.
“Hace seis años, un día como
hoy, decidí venir a probar aquí en la universidad a ver cómo era el mercado y
me di cuenta que era excelente y practicamente sólo aquí paso metido”, nos
contó don Sergio.
El negocio de las cajetas
nació por la necesidad de don Sergio de coolaborar con el centro de
rehabilitación en el que se encontraba internado. “Ese centro de rehabilitación
se mantenía por medio de la venta de cajetas y como a mí Dios me dió el don de
la venta, un día salí a vender y me di cuenta que la cajeta se vendía mucho y
desde ahí decidí quedarme con el producto”, recordó.
La relación con los
estudiantes es lo que don Sergio disfruta más de vender en la universidad y al
respecto comentó, entre risas, que ya es más famoso que el rector.
Javier Jiménez, estudiante de cuarto año de arquitectura, disfruta mucho de las cajetas y trata de comprarlas cada vez que se topa a don Sergio. Al pedirle que compartiera algo especial del “señor de las cajetas” comentó: “Durante la Semana de Bienvenida nos dijo que no importaba si no nos alcanzaba la plata, que le diéramos lo que tuviéramos y él se desquitaba con alguno de primer ingreso”.
“El señor de las cajetas” también comparte sus codiciados productos en la Universidad Nacional (UNA), el Tecnológico de Costa Rica (TEC), el Ministerio de Cultura y Juventud y el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Javier Jiménez, estudiante de cuarto año de arquitectura, disfruta mucho de las cajetas y trata de comprarlas cada vez que se topa a don Sergio. Al pedirle que compartiera algo especial del “señor de las cajetas” comentó: “Durante la Semana de Bienvenida nos dijo que no importaba si no nos alcanzaba la plata, que le diéramos lo que tuviéramos y él se desquitaba con alguno de primer ingreso”.
Aunque don Sergio ha tenido problemas con la seguridad de la UCR y algunos profesores, actualmente afirma que se lleva bien con todos, incluso con los encargados de la seguridad.
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