jueves, 26 de abril de 2012

Bailongo para todo público

Por Sharely Alfaro

¿Quién no se ha mandado a pista más de una vez y no ha visto a los personajes que caracterizan un bailongo abierto al público?

La noche del miércoles terminé acercándome a la explanada de económicas, más por curiosidad de si la gente de estas edades todavía recordaba cómo marcar los pasos.

Me empecé a meter en medio de la gente y entre tanto bailarín ansioso por empezar la noche, me encontré con esos personajes que nunca falta a la convocatoria de fiesta, hecha por las orquestas famosas en las emisoras que pone siempre el señor del bus.

Con el primero que me topé, y es que siempre encabeza la primera fila de las parejas de baile, fue  el showman, ese mae que tomó un par de cursos en Merecumbé y está deseando hacer alarde de su despliegue de volteretas. Las hay de todo tipo, por debajo, por arriba, vuelta de medio lado,  del otro lado, todas previamente practicadas para que cuando llegue el momento, nada le salga mal.

Unos pasos más atrás  se encuentran los lanzados,  esos que aprovechan la ocasión como clases de baile. Cada giro atropellado y cada pérdida del ritmo, se disimulan entre carcajadas con quien se anime a enseñarle. A quien le enseña, no le queda más que reírse de que  alguien sea incapaz de agarrar el un, dos, tres.

Esos mismos aprendices a veces suelen ser los gringos, que aprovechan su escapada  a esta parte del continente para instruirse en música tropical y regresar sintiéndose más exóticos.

Están también los que vienen obligados por la novia, que  la abrazan en una orilla de la pista con cara de: “porque usted me hace pasar estas vergüenzas, ya le he dicho que yo no bailo”.

Y por último están los que como yo, tenemos más ganas que talento y nos limitamos a practicar un par de pasos mal logrados en una esquina,  tratando de no llamar mucho la atención.

Esa noche todos estábamos ahí, con los bultos en el piso como marcando el territorio de hasta adonde llegaba nuestra pista de baile.

De fondo se escucharon las bandas La solución, Son Mayor y  Son de Tikizia, que como encargada de cerrar la noche, logró mantener hasta pasadas las 10  a los fiebres que se perdieron el último bus por un ratito más de baile.



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